Shirin-yoku significa “baño de bosque” y es una práctica que se inició en Japón hace más de 30 años como una forma de reencontrarse con el silencio y la naturaleza.
Miquel Àngel Cabrer es un guía consolidado en esta disciplina. Con esta práctica nos propone retornar a nuestros orígenes y a una paz interior, un camino de regreso amorosamente acompañado por la naturaleza.
Intimar con uno mismo en compañía de otras soledades silenciosas es toda una experiencia. Miquel Àngel Cabrer reune grupos de personas dispuestos a renunciar a sus móviles, a la música, a la «fotomanía», a la «selfiemanía», a la «redmanía» y a entregarse por un tiempo a compartir desde el silencio. En el baño de bosque no hay conversaciones, se invita a disfrutar del entorno reconociéndolo como un ser vivo que nos acoge sin condiciones. Es el descanso de ser, sin hacer, sin tener. Una abertura del cuerpo y la mente al lenguaje del bosque, una conexión con un origen ancestral.
Allí, nuestros sentidos de percepción abandonan la saturación frenética de las ciudades y la mente deja la tiranía de una cantidad inmensa e inútil de información que la somete cada día. El sonido de las hojas, el canto de los pájaros, la huella de las pisadas y la bendición de un entorno que nos acoge sin ninguna pretensión ni objetivo. Aunque… cada bosque tiene su carácter y cada experiencia es única.
Existen estudios científicos que han demostrado el efecto terapéutico de esta práctica en multitud de disfunciones y en la potenciación de la salud gracias a las sustancias volátiles que segregan los árboles y las plantas. Pero nosotros, además apostamos por la experiencia cruda de recuperar el ser y su grandeza, más allá de este limitado estar cotidiano que nos limita, nos empobrece y nos encierra. No es casualidad que la palabra enfermar venga del latín infirmo o «encierro».
Comenta: Jordi Vila. Responsable de la área de ecomedicina imohe. N. Eres. Directora médica imohe