12 May, 2018

Los venenos del amor y sus antídotos

por imohe en Notas de Autor

Noelia Bonifacio

Responsable de la Unidad de psicosomática e hipnosis imohe.

Iniciamos un viaje inolvidable el día que nacemos a la vida y experimentamos por primera vez con este cuerpo lo que es el amor. Sentimos que recibíamos el amor el día que nuestra madre nos acogió y nos abrazó, cuando nuestro padre nos dijo lo mucho que valíamos o el día en que alguien nos besó. Sentimos que carecíamos de ese amor el día que no lo recibimos. Después, sentimos que debíamos empezar a buscar incansables y sedientos fuentes dadoras; personas que dieran su aprobación, otras que vinieran a cubrir nuestras necesidades, para regar nuestras vidas y llenarlas de valor.

Es por esa sed de amor que miramos de saciarla con todo tipo de brebajes y se nos cuelan los venenos; venenos que poco a poco nos dejan exhaustos y apagan nuestra vida, en lugar de apagar la sed.

El primer veneno es la duda:la vacilación, la falta de determinación a la hora de tomar una elección porque nuestras creencias no  nos lo permiten.

El segundo veneno es la búsqueda de la aprobación:  Lo correcto y lo incorrecto; soy bueno, soy malo. Como si tuviéramos que encajar todos dentro de un mismo patrón.

Tercer veneno, la preocupación: Creamos problemas antes del acontecimiento, malgastando nuestra energía vital en la preocupación.

Cuarto veneno: el miedo al cambio.Nos aferramos a lo conocido, y entonces, lo viejo empieza a oler a podrido,  porque no puede seguir manteniéndose vivo para siempre.

Quinto veneno, vecino del cuarto, el apego: Esa subordinación sentimental, que llena un vacío con menoscabo de la propia autonomía y capacidad de crecimiento. Canjeamos un te amo por un te quiero, te quiero para mí.

El último veneno tiene dos caras, es la culpa y el juicio: Todo juicio trae un culpable y la sentencia pide condena. La persona que se siente culpable en lugar de responsable, tarde o temprano, atrae a su vida el castigo.

 

Para los seis venenos, si no queremos morir, solo hay un antídoto, solo uno: un extraño tipo de  amor. Le llaman Autoestima. Parece ser que no es el amor que nos viene de fuera, sino el que sentimos dentro por nosotros mismos, el que nos permite apreciar quienes y cuán valiosos somos.  Ver el amor en nosotros y sentir el valor de ser. Es el arte de aceptarnos, sostenernos y acompañarnos en todo momento; viendo y mirando nuestras virtudes y defectos  sin juicios.  Es esencial para relacionarnos  con  los otros y armonizar nuestra vida, para dar lo que tenemos. Porque sin vernos, corremos el riesgo de dar lo que no poseemos, y si no lo poseemos, se lo quitamos a otros.

Para nutrir nuestra autoestima debemos volvernos conscientes de nuestro diálogo interno, para poder transformarlo en algo constructivo. A mí me ayuda alimentarme de bellas palabras, premiar mis avances y aprender de mis errores, respetar mis límites y los de los demás. No creer que todo es blanco o negro cuando me ofusco. Respirar, hasta poder abandonar la tensión y la ira. Renunciar al perfeccionismo y darme una lección de humildad de vez en cuando.

 

Y así puedo apadrinarme. Me pongo ante un espejo y me digo a mí mism@:

-Te veo… como un ser bello.

-Te reconozco… como mi esencia creadora.

-Perteneces… eres mi vida.

-Eres valioso/a… eres mi amor.

-Eres importante para mí… eres mi destino.

 

Libro/s recomendado/s: En contacto íntimo. Virginia Satir.  Autoestima. Virginia Satir Ed Neo Person