El aceite de coco se nos presenta en los medios de comunicación algunas veces como un gran benefactor y otras como un veneno. ¿Cómo casar esta paradoja? Queremos ofrecer una mirada sobre el tema.
¿Qué sabemos?
Que el aceite de coco tiene un alto contenido en grasas saturadas, más que la mantequilla, y sabemos que esas grasas saturadas no son saludables porque aumentan los niveles llamado colesterol malo en sangre (conocido por LDL, lipoproteína de baja densidad), lo que conduce a un mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Por otra parte, tenemos el denominado colesterol bueno (conocido por HDL, lipoproteína de alta densidad), cuya función es ayudar a transportar el colesterol mal hacia el hígado para su eliminación.
Una mirada más allá
Solo mirando este aspecto, entenderíamos que el aceite de coco es malo para la salud, pero hay estudios que evidencian que el efecto del aceite de coco y la mantequilla, ambos ricos en grasas saturadas, son diferentes. Los efectos del aceite de coco en los lípidos en sangre, especialmente en LDL, son más parecidos a los del aceite de oliva, al contrario que lo observado en los efectos de la mantequilla.
Con esto se puede concluir que los efectos de las grasas en la dieta sobre los perfiles de lípidos, marcadores metabólicos y resultados en la salud en general pueden variar, por lo que no solo hay que tener en cuenta si son grasas saturadas o no, sino también, y muy importante, cuál es su composición, cómo han sido procesados y con qué otros alimentos se ingieren.
El aceite de coco tiene sentido especialmente en una dieta cetogénica, y por lo que dicen algunos estudios es posible que sea beneficioso en patologías como el alzhéimer, pero no debemos dejar de subrayar que esos posibles beneficios están actualmente en periodo de estudio.
Consultar a un profesional
Es muy importante no guiarse exclusivamente por las modas y lo que se publique en internet o lo que nos comente un allegado. La consecuencia para la salud del efecto de la ingesta del aceite de coco, como así también de otros productos alimenticios, no se pude simplificar según la corriente de opinión actual. Consultar con un médico o un nutricionista es fundamental, pues es quien podrá valorar cuál es el sentido de la alimentación que se propone, especialmente si se está atravesando algún proceso terapéutico.
Fuentes: