Somos seres humanos en relación continua con el medio que nos rodea: lo que sentimos, pensamos, ingerimos, respiramos, decimos… Además, en nuestro propio cuerpo, no estamos solos. Somos una nave de células humanas que transporta millones de bacterias y parásticos con los que tenemos que entendernos de una u otra manera: cooperando con ellos o luchando contra ellos. La mayoría de estos seres vivos están en los intestinos y parece ser que tienen más poder sobre nosotros del que nos pensamos. Pero… ¿y si nuestra mente pudiera influir en este equilibrio? No solo en las bacterias, sino también en el funcionamiento del intestino y digestivo en general.